MINDFULNESS
MEDITACION Y EL SILENCIO COMO MEDIO
“El tema de escuchar y del silencio es indispensable en la Meditación, actividades que se deben recuperar para aquietar la mente y poder vivir en el presente.”
Meditar ha sido, por siglos, parte de la cultura oriental y, en la actualidad en occidente se ha empezado a investigar sobre sus beneficios en la salud. Se trata de expresar científicamente lo que hasta ahora se había tratado desde enfoques de tipo religioso y espiritual. Actualmente se le está dando gran importancia a la meditación como medio para el control y la reducción del estrés. Además se investigan sus efectos en gran variedad de enfermedades, como por ejemplo cambios neurofisiológicos, alivio del dolor psicofísico, mejorías en vínculos sociales, bienestar individual, sensación de mayor libertad en el nivel mental, etc.
La Meditación, se trata de un estado de conciencia que puede experimentarse pero para el cual no hay palabras adecuadas que lo describan. Lo mismo sucede con el Amor o con cualquier sentimiento profundo que debe ser vivido para conocerlo. Existen numerosas corrientes o escuelas que se ocupan de esta disciplina, teniendo cada una un enfoque diferente; sin embargo todas tienen en común el concepto de que la mente y el pensamiento son dos cosas diferentes.
La primera etapa de la meditación consiste entonces en separar el pensador de los pensamientos, para poder ejercer una observación voluntaria de los mismos. La siguiente etapa es la concentración intencional de nuestra mente en un único objeto (que puede ser concreto u abstracto) durante un tiempo prolongado, sin ser interrumpida por pensamientos ajenos a este objeto. Si bien el pensamiento es producto de la mente, las personas perdemos el control de nuestros pensamientos generando una suerte de autonomía de estos últimos lo que los convierte de alguna manera en “dueños” de nuestra mente. Este tipo de actividad mental es sumamente difícil para nosotros pues la vida nos mantiene inmersos en un verdadero torbellino interno. Esto produce un estado de aceleración y dispersión de nuestra mente generando una total falta de autocontrol, lo que deriva en estados psicológicos de ansiedad, estrés y depresión.
La Meditación, se trata de un estado de conciencia que puede experimentarse pero para el cual no hay palabras adecuadas que lo describan. Lo mismo sucede con el Amor o con cualquier sentimiento profundo que debe ser vivido para conocerlo. Existen numerosas corrientes o escuelas que se ocupan de esta disciplina, teniendo cada una un enfoque diferente; sin embargo todas tienen en común el concepto de que la mente y el pensamiento son dos cosas diferentes.
La primera etapa de la meditación consiste entonces en separar el pensador de los pensamientos, para poder ejercer una observación voluntaria de los mismos. La siguiente etapa es la concentración intencional de nuestra mente en un único objeto (que puede ser concreto u abstracto) durante un tiempo prolongado, sin ser interrumpida por pensamientos ajenos a este objeto. Si bien el pensamiento es producto de la mente, las personas perdemos el control de nuestros pensamientos generando una suerte de autonomía de estos últimos lo que los convierte de alguna manera en “dueños” de nuestra mente. Este tipo de actividad mental es sumamente difícil para nosotros pues la vida nos mantiene inmersos en un verdadero torbellino interno. Esto produce un estado de aceleración y dispersión de nuestra mente generando una total falta de autocontrol, lo que deriva en estados psicológicos de ansiedad, estrés y depresión.
Un acercamiento más profundo a la Meditación consiste en lograr un estado de estar despiertos, en el cual la mente esté completamente libre de pensamientos. Una manera de explicar el proceso consiste, en tratar de observar la realidad que nos rodea sin emitir ningún juicio de valor, sin interpretar, sin anticipar lo que vendrá luego ni la causa que la genera, simplemente observar, contemplar, manteniendo calma y serenidad. El sólo intentarlo en forma sostenida durante unas semanas nos permitirá observar una disminución de la ansiedad y una menor reactividad frente a las situaciones que nos afectan, convirtiéndonos en personas más serenas y menos impulsivas. En la medida en que esta actitud se logre mantener a lo largo del día nos hará desarrollar una mayor capacidad para escuchar a los demás, para ponernos en su lugar y establecer y mantener mejores vínculos. Esto último ocurre porque dejamos de poner al “yo” como protagonista de nuestros pensamientos y, una vez desaparecido el “yo” del centro de la escena podemos adentrarnos al estado de meditativo.
(Extractos de un artículo escrito por la Lic. María Rosa Martínez)
No hay comentarios.:
No se permiten comentarios nuevos.